sábado, 14 de julio de 2018

Dos golpes, el mismo método



Sin lugar a dudas, el hecho político más importante en la Centroamérica de finales de esta primera década del 2000, ha sido el golpe de Estado de la oligarquía y los militares hondureños y la respuesta que les ha dado el hermano pueblo de Honduras.

Si los grupos golpistas estaban lejos de imaginar la respuesta positiva de la comunidad internacional, cuya condena ha sido prácticamente unánime, menos pudieron suponer que los hondureños, sometidos durante décadas al enorme poder de una oligarquía insaciable, al control económico y social de las empresas bananeras y en los últimos años, de las corporaciones trasnacionales y las maquiladoras, sería capaz de responder con la altivez y el decoro con que lo ha hecho.

 En este sentido, los hondureños nos dieron a los costarricenses una lección cívica y sobre esta misma premisa quisiéramos establecer algunas analogías que son mucho más que simples parangones o comparaciones. Primero debemos constatar que, en el caso de Honduras, estamos en presencia de un golpe de Estado “sui generis”, de una modalidad golpista que resulta, en muchos aspectos, novedosa aunque no única, como veremos posteriormente. 

Es cierto que en Honduras los militares cumplieron con la regla de oro de ser la fuerza bruta ejecutora, detrás de la cual se escuda el sector más retrógrado de la oligarquía criolla, de las corporaciones y las maquiladoras. Eso no es lo novedoso. 

Sin embargo, aunque estamos en presencia de un ejército golpista, apoyado por el sector de la clase dominante, a estos grupos se agrega prácticamente todo el aparato estatal, por lo que podemos hablar, a justo título, de una institucionalidad integralmente golpista.  

En efecto, desde el momento de la detención y expulsión del país del Presidente, tanto la Asamblea Legislativa como el Tribunal Electoral, la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía, la Procuraduría del Estado y otros órganos adheridos al aparato estatal, formaron un solo coro en el que manifestaban su respaldo a la defenestración del Presidente. 

Aunque pareciera un hecho enteramente nuevo, los golpistas hondureños, se apoyaron en un ejemplo o más bien, en un modelo recientemente practicado en otro país centroamericano: Costa Rica. Fue aquí, en este país, donde tuvo su inicio esta nueva "técnica del golpe de Estado" como escribió Curzio Malaparte hace cerca de 80 años. Esto lo veremos detalladamente. 

Alguien debió  explicarles a estos golpistas hondureños, con lujo de detalles, la importancia de contar con el control absoluto de la institucionalidad. 

La existencia de esa que hemos llamado "institucionalidad golpista" y que parece un hecho contradictorio, es la mejor prueba de que, durante una buena parte de su historia y en particular durante los últimos decenios, las clases dominantes y sus aliados externos si habían enseñoreado del control absoluto del aparato del Estado. 

En buena teoría, esta situación ocurre invariablemente en casi todos los países del mundo. Una clase o una coalición de clases sociales económicamente poderosas, asume invariablemente el mando y control del Estado y no permite que las iniciativas, exigencias, controles o representantes de los grupos o clases económicamente desfavorecidas, se filtren, o se infiltren, en ese aparato.

De modo que, en apariencia, no estaríamos diciendo absolutamente nada nuevo. Sin embargo, en Honduras se produjo esa "filtración". Un equipo de hombres y mujeres, dispuestos a representar no los intereses consagrados e históricos de la oligarquía y el imperio, sino los del pueblo raso, adquirieron influencia y poder de decisión en el Poder Ejecutivo. Su presencia en el aparato del Estado, en este caso en el Poder Ejecutivo, resultó absolutamente legítima puesto que adquirieron ese mandato de representación y decisión, en unas elecciones presidenciales que expresaron la voluntad de la mayoría. 

Es muy probable que algunos de estos actores, ni siquiera hubieran pensado hace algún tiempo, en asumir ese papel. Pero la vida cambia a las personas honradas y progresistas; enfrentadas a situaciones de crisis, las acerca con sensibilidad y claridad al fondo de los acontecimientos, la radicaliza y pueden terminar optando por los intereses del pueblo, aunque ese no fuera su propósito inicial. Lo mismo ocurrió en Costa Rica durante el Referéndum de 2007.

Al producirse esa ruptura determinante en el equilibrio del poder oligárquico, la reacción no se hizo esperar. Primero lanzaron contra Zelaya toda la artillería de los grandes medios de comunicación, secuestraron los papeles de una consulta popular sin carácter vinculante, luego vino un amago de acusación por violación constitucional que no pasó del intento hasta que, poniendo en duda la eficacia de esos métodos, recurrieron al único que les quedaba: el golpe. Pero como hemos dicho, no fue un simple cuartelazos sino una acción pacientemente planeada. 

La conclusión no puede ser más clara. En la Centroamérica de nuestros días, ni las oligarquías ni el imperio, pueden permitir que se desprendan más eslabones en su cadena de control sobre una de las zonas estratégicas más importantes del mundo. Dijimos en otra oportunidad, que el istmo centroamericano es un paso fundamental entre el océano histórico del desarrollo capitalista y la expansión colonial, el Atlántico y el mar del siglo XXI, de cara al impetuoso desarrollo económico y militar del Asia, el Pacífico. Centroamérica continúa como el paso más directo y expedito entre el este y el oeste de los Estados Unidos.

Con todo y eso, las distintas repúblicas centroamericanas, tienen también diferentes grados de importancia relativa en relación con la economía y la geopolítica mundial. En esta franja territorial, el primer lugar lo ocupa, sin lugar a dudas, la República de Panamá. Ese hermano país es el epicentro de la "zona canalera", la llave de entrada y salida del Caribe, que según estudios recientes -y quizás no tan recientes- es un lago petrolero de proporciones gigantescas.

Costa Rica por su parte, se ha convertido en la capital de la oligarquía centroamericana. Enormes inversiones en actividades industriales, agrícolas, inmobiliarias y bancarias, han tenido lugar en virtud del ingreso de capitales principalmente guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses y panameños. En ningún otro país de Centroamérica, existe una mayor concentración de capitales centroamericanos como en Costa Rica.

En esta perspectiva, la oligarquía centroamericana decidió respaldar la destrucción sistemática del Partido Liberación Nacional, fuerza decisiva de la consolidación de la reforma social costarricense impulsada por Calderón, Sanabria y Mora y en la construcción de un notable sector capitalista Estado e importantes servicios públicos, con la obra de José Figueres. 

Ésa destrucción no fue explosiva y escandalosa, como ha sido el caso del otro gran partido local, el PUSC, dinamitado con los juicios penales y las acusaciones de corrupción de dos expresidentes: Calderón y Rodríguez. El PLN fue destruido desde adentro, de manera paciente y sistemática. Fue copado integralmente en todas sus estructuras por una camarilla de extrema derecha dotada de enormes recursos financieros y mediáticos, encabezada por los hermanos Arias.

Es en este sentido que la figura de Óscar Arias y su galardón del "Premio Nobel", juegan un papel trascendental en Centroamérica e incluso más allá. Era absolutamente imperativo que Óscar Arias asumiera de nuevo la presidencia de Costa Rica, aprobara el TLC con los Estados Unidos, consolidara la alianza estratégica del capital centroamericano con Costa Rica, alianza de la que el mismo Arias forma parte, y fortaleciera el polo de la derecha regional con otros países del área.

 Existían, sin embargo, escollos insalvables de orden constitucional. Sin embargo, resultaba imperativo fraguar un golpe de Estado que catapultara a Óscar Arias a la presidencia del país ¿Pero cómo? Estaba claro que Arias sólo podía ascender a la presidencia si se rompía el orden constitucional o lo que es igual, por medio de un golpe de Estado. 

Además, aún siendo indispensable la ruptura del orden constitucional en Costa Rica, ese golpe sólo podía ser dado si se guardaban todas las apariencias de una institucionalidad intacta, de modo que no se pusiera en entredicho ni la Carta Interamericana ni se afectara la imagen de esta impoluta y virginal democracia latinoamericana. 

Para cumplir ese objetivo, era absolutamente indispensable fraguar el golpe con la plena complacencia de los principales órganos del Estado: Corte Suprema de Justicia, Tribunal Supremo de Elecciones, Procuraduría, Contraloría y, si fuera del caso, Asamblea Legislativa.

En efecto, el artículo 132 de la Constitución Política de Costa Rica permitó la reelección, hasta el mes de julio de 1969, cuando sobrevino una reforma trascendental que la prohibió. La vieja Constitución decía: 
"No podrá ser elegido presidente y vicepresidente:

el que hubiera servido a la presidencia en cualquier lapso dentro de los ocho años anteriores al período para cuyo ejercicio se verificare la elección".

Pero aquel día, la Constitución se reformó con la ley número 4349, que prohibió de manera definitiva la reelección de cualquiera que hubiera ejercido la Presidencia y punto. Sin embargo, mediante el voto número 2771-2003 de las 11:40 horas del 4 abril 2003, es decir, 34 años después de establecida la prohibición constitucional a la reelección, la Sala Constitucional declaró inconstitucional aquella prohibición introducida en 1969, abriéndole paso a la reelección de Óscar Arias.

La interpretación de la Sala no podía ser más grosera y abusiva. En primer lugar no existía ni|existe ahora, en toda la estructura jurídica del estado costarricense, una norma que suplante la letra expresa del artículo 195 de la Constitución que le otorga a la Asamblea Legislativa y a ningún otro órgano, la potestad exclusiva de  
"reformar parcialmente esta Constitución con absoluto arreglo a las siguientes disposiciones:"... etcétera.

Nótese que la constitución dice " CON ABSOLUTO ACUERDO"… etc.

Declarar la Sala Constitucional, como inconstitucional una reforma introducida hacía 34 años, declarando inaplicable el artículo que prohibía la reelección presidencial, sólo era concebible como un acto vergonzoso de sumisión y ultraje a la Constitución, realizado con el exclusivo propósito de que Oscar Arias pudiera reelegirse. La venalidad de los principales medios de comunicación se hizo patente, la oposición parlamentaria con escasas excepciones, guardó silencio y las fuerzas democráticas del país no reaccionamos a tiempo frente a semejante ultraje al estado de derecho y al órden constitucional. 

Antes de ir más lejos, debemos recordar que la Sala IV fue constituida, casi en su totalidad, por elementos subordinados a Oscar Arias. La mayor parte de sus integrantes, le deben al nombramiento al pequeño grupo de la cofradía gobernante. 

Pero honor a quien honor merece. Toda esta reiterada truculencia, llevó al ex presidente Luis Alberto Monge a indicar que "Oscar Arias le ha metido un bazucaso a la Constitución". 

Luego se produjeron, una tras otra, la absoluta subordinación del llamado Tribunal Supremo de elecciones, el Poder Judicial y la Asamblea Legislativa a las decisiones de un Poder Ejecutivo espurio, originado en la violación del orden constitucional vigente. Fin del golpe.

El resto es historia conocida. La cofradía de los Arias, en estrecho asocio con la oligarquía centroamericana, con este golpe de estado magistral, logró todos sus propósitos en una sola jugada, desplegada principalmente en estos últimos cuatro últimos años:

1 - Terminó  de copar al Partido Liberación Nacional y lo subordinó por entero a los intereses oligárquico-imperialistas.

2 - Se garantizó la tutela de los intereses económicos y políticos   concentrados en Costa Rica, la aprobación del TLC con los Estados Unidos y el bloqueo del proceso ascensional del movimiento patriótico.

3 - Inició la conversión de Costa Rica en un enclave seguro, situado como dijimos, en la zona canalera, en la puerta del Pacífico y en la cuenca petrolera más importante del mundo, si incluimos al Caribe y a las inmensas reservas de Venezuela.

Sólo hay algo que superan la perspicacia y la inteligencia de los enemigos de nuestros pueblos: la estupidez de algunos representantes del movimiento patriótico costarricense, que le pusieron una barrera infranqueable a la unidad política y electoral del movimiento cívico, progresista y latinoamericanista, que ascendía con ímpetu en este pequeño país de Centroamérica.

Articulo: Alvaro Montero mejía
Fuente: Aporrea
12 de octubre 2009

Ley de Amnistía tiene como objetivo “explícito y confeso” sacar un gobierno legítimo del poder



Álvaro Montero Mejía, fundador del Partido Socialista Costarricense en 1972, ex-diputado a la Asamblea Legislativa de Costa Rica y actualmente presidente del Partido Patria Nueva, respondió a las preguntas del Correo del Orinoco sobre la polémica ley de amnistía recién aprobada en Venezuela, durante un intercambio vía digital.

-¿Qué opinión tiene sobre el hecho de que la ley de amnistía se otorgue por “los hechos considerados delitos, faltas o infracciones mencionados en la presente ley, cometidos o que puedan haberse cometido desde el 1 de enero de 1999 hasta la entrada en vigencia de esta ley”, (Art.2)?

–“La ley de amnistía avanza sin responder a los propios interrogantes que plantea. Así termina convertida en un simple mecanismo de total exoneración de la interminable lista de delitos que el mismo documento enumera. Estos delitos fueron provocados y alentados por esa oposición cuyo objetivo explícito y confeso fue y sigue siendo sacar, a como dé lugar, a las autoridades legítimas, legítimamente elegidas”, afirmó el abogado.

Para el político costarricense, “resulta gracioso que sean los mismos proponentes los que se encargan de hacer el recuento de los delitos por los que ahora solicitar el perdón. Al menos debemos reconocerles la franqueza y el desenfado con que enumeran los hechos espantosos a que han sometido la vida social venezolana, con el único y determinante propósito de derrotar el proceso bolivariano”.

Y es que, “el proceso bolivariano no emerge de una lucha armada o de un movimiento guerrillero o insurreccional; ha nacido de un proceso democrático y pacífico. De modo que cualesquiera que sean las vías para que los pueblos tomen en sus manos el destino que merecen, enfrentarán una feroz e irrefrenable oposición. Es una oposición “natural”, inevitable, bien apoyada y bien financiada. Es la oposición natural de los que por años conservaron el poder y lo emplearon hasta unirlo en una sola fuerza, como la sumatoria de todos los poderes fácticos: poder político, poder económico, poder mediático y poder militar. La Revolución Bolivariana ha hecho añicos esa estructura y claro, su plan (el de la oposición) es reconstruirla”, alertó Montero Mejía.

COMPLICIDAD MEDIÁTICA

-Según la oposición y los medios de comunicación internacionales, han hecho creer que esta es una ley para la “libertad de Leopoldo López” y sobre los detenidos de los hechos (guarimbas) del año 2014, pero, no han dado a conocer todo a lo que esta ley otorga amnistía. ¿Cómo valora el papel de los medios de comunicación en torno a esta ley?

-La complicidad de los medios de comunicación en silenciar los logros del pueblo venezolano en profundizar y ampliar su democracia son evidentes, aseguró el abogado centroamericano. “Constatamos que, con la excepción de la Revolución Cubana, jamás se había producido al menos en América Latina, un cerco mediático de la profundidad y los alcances a que ha sido sometido el proceso bolivariano. Prensa, radio y televisión, incluidas las llamadas “redes sociales”, se han visto inundadas de una campaña que no ha dado tregua, que no le ha dado jamás el menor crédito a los significativos avances sociales y participativos del pueblo venezolano”.

“Estos cambios han sido reconocidos por todos los organismos serios encargados de recopilar información social y económica en Nuestramérica y son los que han logrado sacar a Venezuela, literalmente, del hueco negro” en el que se encontró a finales del siglo XX.

-“Ignoro si todos los responsables y cabecillas directos de esas revueltas callejeras y que ustedes llaman “guarimbas”, han sido enjuiciados o apresados. No es la primera vez que esto ocurre. Durante el gobierno del presidente Salvador Allende se produjeron bloqueos, incendios y asesinatos de manifestantes. En el caso de Venezuela ha sido al revés, pues han sido algunos manifestantes los que han cometido crímenes y asesinatos callejeros, además de los incontables daños contra obras públicas y otros bienes. En gran medida es gracias a TeleSur que esa información nos ha llegado, porque, en general, los medios de comunicación y las cadenas internacionales han convertido los destrozos y las muertes en lo que la oposición ha querido llamar una ‘prueba del desastre e inutilidad’ del Gobierno Bolivariano”, aseguró Montero Mejía.

El Presidente del Partido Patria Nueva de Costa Rica, confesó no haber conocido, escuchado o leído algo “salido de la boca o la pluma del señor Leopoldo López. Uno espera que un dirigente opositor de cualquier país de Nuestramérica, y sobre todo alguien que pretende enfrentarse a un acontecimiento social de las dimensiones del proceso bolivariano, exprese o elabore planteamientos congruentes e inteligentes aunque uno no los comparta”, puntualizó el jurista centroamericano.

-”Uno espera que ese dirigente opositor demuestre la articulación de su pensamiento con los cambios que pretende encabezar. Por eso debo responder en dos partes su pregunta: en efecto sí; he oído hablar del señor López como un dirigente opositor a la Revolución Bolivariana pero, por otro lado no he escuchado nada ni leído nada que provenga directamente de él. Algo debe pensar, o plantear, pero yo lo ignoro por completo. Es extraño, porque otros dirigentes de la oposición han expresado con amplitud su visión de las cosas y lo repito, aunque uno discrepe, debe examinar y respetar su derecho a decirlas”.

INSÓLITO

-Según la oposición, se le debe otorgar amnistía a quienes se les haya encontrado vendiendo drogas y estupefacientes de menor cuantía a personas “en los campamentos o manifestaciones”, contra el Gobierno Bolivariano (Art.30) De modo que si el traficante (Art. 6) estaba en algún tipo de manifestación contra el Gobierno o contra alguna de sus políticas, queda exonerado de su actividad como traficante ¿Qué opinión le merece esto?

-“Lo leí y resulta insólito que en esta época donde se revela en toda su magnitud el tráfico de drogas como uno de los peores mecanismos de perversión de las juventudes y creación de riqueza ilícita, alguien solicite que semejantes delincuentes puedan ser exonerados. Pero es explicable que ese planteamiento aparezca en esta ley, porque está redactado, sin ambages, para darles a los autores y responsables de los actos vandálicos, un perdón sin cortapisas y una tranquilidad absoluta”, explicó.

PRUEBA DE LA GUERRA ECONÓMICA

-La Ley toca temas como el de los empresarios corruptos, los que han sido detenidos por acaparamiento y especulación en alimentos y medicinas (Art.19), y los que han realizado estafas en la construcción de viviendas (Art.31), ¿Qué opina al respecto?
-“Si alguien tenía dudas sobre la guerra económica emprendida contra las autoridades legítimas, si alguien no creía que el desabastecimiento y la escasez de productos básicos era el resultado directo de una acción conspirativa para provocar el enojo y el disgusto permanente de la sociedad civil, pues aquí tiene la prueba”, respondió Montero Mejía.

“Sobra decir, que en esa cadena de actos político-delictivos, algunos han logrado, con toda seguridad, mantenerse enmascarados y libres de toda sospecha. Si en efecto esos actos de corrupción van a ser castigados, constituye la oportunidad para demostrar el fin de la impunidad. El castigo servirá para demostrarles a los millones que viven de su esfuerzo y su trabajo que por ninguna razón el saqueo de las riquezas que pertenecen por entero a la ciudadanía no será nunca más un acto impune. Y este asunto de la impunidad es un tema que a lo largo y ancho de Nuestramérica debe ser debatido y resuelto con la mayor urgencia y severidad”.

-Sobre la visita de Oscar Arias a Venezuela y su apoyo a esta ley de amnistía, ¿Qué cree que llegó a hacer Oscar Arias a Venezuela?

-Para comprender el rol de Oscar Arias, explicó que Costa Rica realizó, a mediados del siglo pasado, una auténtica y profunda Revolución Social.“El pueblo de Costa Rica realizó, a mediados del siglo pasado, una auténtica y profunda revolución social sobre la que hemos escrito bastante. Se introdujo en la Constitución el Capítulo de las Garantías Sociales, se promulgó el Código de Trabajo, se creo la Seguridad Social, universalizada después; también se fundó la Universidad de Costa Rica, se nacionalizaron los bancos, se creó el Instituto Costarricense de Electricidad, se universalizaron los servicios de agua, Costa Rica se convirtió en un país sin ejército y se promulgó una nueva Constitución”, explicó.

“Estas profundas reformas fueron posibles merced a una alianza inédita de fuerzas sociales en la que participaron gobernantes como el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia y José Figueres Ferrer, la Iglesia Católica y su preclaro Arzobispo, monseñor Víctor Sanabria, y el Partido Vanguardia Popular, encabezado por un dirigente histórico, Manuel Mora Valverde. Esta inmensa e inédita unidad fue la base y fundamento de la democracia nacional. Pero hoy, pende de un hilo”, afirmó.

En 1982, resultado de la violenta imposición del gobierno de Ronald Reagan y de los organismos financieros internacionales, el FMI y el Banco Mundial, se inicia el periodo neoliberal en Costa Rica y lo que se ha llamado ‘la contrarreforma’.

“En pocas palabras, un esfuerzo consistente de demolición de la obra social que se construyó en la primera mitad del siglo XX. El cabecilla de este proyecto antinacional y antipopular se llama Óscar Arias Sánchez. Ahora ha ido Venezuela y aportar su experiencia en la liquidación de empresas públicas, a la sistemática destrucción de la obra social y económica de la Revolución Bolivariana. Con el Dr. Arias están pendientes otros asuntos de suma gravedad, pero lo dejaremos para una discusión en Costa Rica”, acotó.

Por estos antecedentes, Montero Mejía hizo un llamado a que la población venezolana debe estar muy atenta, “porque desde hace años se pusieron en movimiento las fuerzas imperiales y locales que de ningún modo aceptarán que un proyecto humanista triunfe en la Patria de Bolívar y Chávez. Y como ocurre siempre, solo en las manos del pueblo venezolano está la victoria o la derrota”.

EL ARTÍCULO 4 Y SUS LITERALES ES REVELADOR

Montero Mejía consideró que era necesario “una mayor difusión y conocimiento público” de lo que plantea el Artículo 4 y sus literales, de la ley de amnistía, “porque constituye la más clara y expresa revelación de la naturaleza de las actividades impulsadas por las fuerzas golpistas de Venezuela. Son los mismos proponentes de la ley quienes muestran en detalle, los delitos y los actos que deben ser exonerados.

Los redactores aprobaron que sean perdonados los siguientes delitos:

“Se otorga amnistía de los siguientes hechos punibles:

Instigación a la desobediencia de las leyes (Artículo 285 del Código Penal)
Instigación al odio y apología del delito, (Artículo 285 del Código Penal). Instigación a delinquir. (Artículo 283 del Código Penal).
Lesiones, (Artículos 413 y siguientes del Código Penal).
Resistencia a la autoridad, (Artículos 215 a 221 del Código Penal). Desobediencia a la autoridad, (Artículo 483 del Código Penal).
Causar pánico en la colectividad o mantenerla en zozobra mediante la difusión de informaciones falsas. (Artículo 296-A del Código Penal).
Agavillamiento. (Artículos 286 al 292 del Código Penal).
Obstaculización de la vía pública con el objeto de preparar el peligro de un siniestro y demás delitos. (Artículo 357 del Código Penal).
Daños a los sistemas de transporte, servicios públicos, informáticos o de comunicación. (tipificado en el Artículo 360 del Código Penal).
Destrucción o deterioro de caminos y obras destinados a la comunicación pública. (Artículo 362 del Código Penal).
Daños a la propiedad. (Artículos 473, 474 y 479 del Código Penal).
Asociación para delinquir. (Artículo 37 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo)
Importación, fabricación, porte, detentación, suministro u ocultamiento de artefactos explosivos o incendiarios. (Artículos 296 y 297 del Código Penal).
Perturbación de la tranquilidad pública. (Artículo 506 del Código Penal).
Ultraje al funcionario público, en sus diversas modalidades.(Artículos 222 al 224 del Código Penal).
Uso de menores en la comisión de delitos. (Artículo 264 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes).
Incendio y otros delitos de peligro común, en sus diversas modalidades. (Artículos 343, 346, 347, 349, 350, 351, 352, 353, 354 y 356 del Código Penal).
Traición a la Patria y otros delitos contra ella. (Artículos 128, 129, 132, 134, 140, 141 y 163 del Código Penal).
Rebelión y otros hechos punibles. (Artículo 143 del Código Penal).
Insubordinación, rebelión de civiles, traición a la patria, rebelión militar, instigación a la rebelión militar, sublevación, falsa alarma, ataque y ultraje al centinela, revelación de secretos militares faltas al decoro militar, uso indebido de condecoraciones insignias y títulos militares, y sustracción de efectos pertenecientes a la fuerza armada. (Artículos 412, 486, 464, 476, 481, 497, 500, 501, 502, 550, 565, 566 y 570, del Código Orgánico de Justicia Militar).
Negativa a servicios legalmente debidos. (Artículo 238 del Código Penal)
Encubrimiento (Artículos 254 al 257 del Código Penal)
Porte ilícito de arma de fuego y su uso indebido (Artículos 272 al 277 y 281 del Código Penal. Delitos de posesión ilícita de armas de fuego. Porte ilícito de arma de fuego y porte de armas de fuego en lugares públicos. (Artículos 111, 112 y 113, respectivamente, de la Ley para el Desarme y Control de Armas y Municiones).
Daños a las instalaciones en el Sistema Eléctrico Nacional (Artículo 107 de la Ley Orgánica de Servicio Eléctrico)

Otros hechos punibles conexos o que aparezcan íntimamente relacionados con alguno de los anteriormente mencionados”.

O sea que nos encontramos, ni más ni menos, que ante una total y radical derogatoria de la legislación penal del Estado venezolano. Y lo más importante ¿Quién responde y paga por los más de 40 fallecidos que fueron resultado directo de la Comisión de esos delitos?

Preguntamos ahora; sin exonerar ni uno solo de los innumerables errores, fallas o abusos que hayan sido cometidos por las autoridades legítimas de Venezuela, ¿Qué han hecho esas autoridades y el propio pueblo de Venezuela para merecer una brutal y criminal ofensiva como esta, que pormenorizadamente nos han narrado los propios redactores de la ley de amnistía?

¿Es que no han tenido en sus manos para denunciar y quejarse, como no soñamos aún con tenerlos en Costa Rica, los innumerables medios de comunicación, prensa, radio o televisión que poseen en Venezuela las fuerzas contrarias a la Revolución Bolivariana?

¿Disponemos nosotros aquí en Costa Rica, de medios para expresar nuestros puntos de vista, para explicarle a nuestra ciudadanía las mentiras y los abusos de que es objeto día con día por parte de esas fuerzas que representa, defiende y ampara precisamente, el doctor Óscar Arias Sánchez, premio Nobel de La Paz y que ahora le brinda enjundiosos consejos a esas mismas fuerzas que pretenden ser exoneradas de toda culpa y responsabilidad, con la ley de amnistía en Venezuela?.

Articulo: Ana Maneiro
Fuente. Correo del Orinoco
http://www.correodelorinoco.gob.ve
04 de abril  del 2016

Oscar Arias y la Revolución Cubana



Para no dejar de cumplir con un viejo ritual, Oscar Arias la emprende una vez más contra la Revolución Cubana. Es uno de sus viejos temas, producto de su recrudecido encono, contra uno de los procesos sociales más profundos y ejemplares de nuestro tiempo.


Si ponemos a un lado sus declaraciones contra el bloqueo económico, que la nación más poderosa de la Tierra ejerce contra un pequeño país del continente, jamás, que podamos recordar, Arias ha utilizado alguna de las innumerables tribunas a que ha tenido acceso a lo largo de su vida, para condenar las miles de muertes de inocentes que la permanente agresión de los Estados Unidos le ha causado a Cuba, o los millares de actos de sabotaje contra el esfuerzo productivo de un país pobre y tecnológicamente atrasado, o se ha condolido por los cientos de provocaciones, intentos de asesinato de sus dirigentes y guerra bacteriológica incluida, como el dengue hemorrágico o la fiebre porcina, que la Agencia Central de Inteligencia, CIA, lanzara contra Cuba, con saldo de centenares de vidas y daños económicos.

Menos aún, ha aprovechado los innumerables foros adonde lo lleva su retórica antibelicista, para exigir la liberación de cinco jóvenes cubanos, presos políticos en las cárceles de los Estados Unidos, víctimas de «un sistema judicial de independencia cuestionable», por emplear sus palabras, pero mejor decir, un sistema judicial retorcido y perverso, recluidos en celdas de aislamiento, imposibilitados de ver a sus familias, y todo por el delito de luchar contra las acciones terroristas que desde ese país, se despliegan a diario contra Cuba.

A Usted, Oscar Arias, jamás lo hemos visto ni lo veremos, en el despliegue de un gesto que lo dignifique como hombre de principios, capaz de reconocer esa inmensa cuota de humanidad que ha acompañado la mayor parte de los actos de la Revolución Cubana a lo largo de 50 años. Jamás su solidaridad se ha puesto del lado de la reforma agraria, de la reforma urbana, del sistema de salud más desarrollado de todo el continente, de la rigurosa formación intelectual de los niños, los adolescentes y los adultos jóvenes, o de las decenas de miles de médicos, maestros y profesionales repartidos por el mundo, luchando a brazo partido por el don de la vida, el bienestar, las primeras letras y la cultura, que el mundo desigual e insolidario les niega.

De modo que hay que ser, o inmensamente ruin o inmensamente ignorante, para afirmar «que en la práctica, Cuba aplica esa solidaridad únicamente a sus simpatizantes». En todos estos años Usted, Oscar Arias, ha hecho coro siempre, sin perder la oportunidad, con los bloqueadores, los saboteadores, los homicidas y agresores, los mercenarios, los plumarios y escribidores a sueldo, cuyo único objetivo es la derrota de Cuba, la rendición de Cuba e incluso, la destrucción de Cuba. De modo que no hace falta decirle eso «de ser un lacayo del imperio», porque es Usted mismo, el que ha traído a cuento ese asunto del lacayismo.

Pero en todo lo concerniente a su diatriba, se enfrenta uno a varias dificultades. Aquí, en Costa Rica, las personas medianamente informadas lo conocemos bien, pero en otras partes lo califican a Usted como una gran personalidad. Entonces ¿para quién escribimos? En el exterior, la gente debe pensar que desvariamos, cuando decimos que Usted es un ególatra o un narcisista y un individuo capaz de mentir sin inmutarse.

Aquí, en Costa Rica, casi todos sabemos los millones del erario público que Usted ha invertido en fortalecer su imagen; en convencer a la gente sencilla que Usted es algo así como un gran hombre, una gran figura de reconocimiento universal. Quienes lo conocemos, podemos reconocer de cerca sus ventajas, pero sobre todo sus miserias y es así como lo hemos visto en decenas de oportunidades, hablar con entusiasmo de sí mismo. Aquí sabemos que Usted es capaz de condenar a otros, por las formas de comportamiento de las que Usted es un ejemplo vivo. Dice: «Siempre he luchado por una transición cubana hacia la democracia»; luego habla de «régimen pluralista» y de «demostrar que puede aprender a respetar… sobre todo los derechos de sus opositores». Y para cerrar con broche de oro agrega que «en una democracia, si uno no tiene oposición, debe crearla».

En Costa Rica, los auténticos demócratas y patriotas, luchamos ahora por una «transición costarricense hacia la democracia», esa misma que Usted se ha encargado de socavar y hacer añicos. Resulta que, para decirlo en pocas palabras, es público y probado que Usted violó de manera flagrante la Constitución Política y sometió a su arbitrio al Poder Judicial a fin de reelegirse; que liquidó la independencia del Poder Legislativo y sobornó con millones a algunos diputados abyectos; que participó en el referéndum del TLC a pesar de la expresa prohibición constitucional y legal y encima, lo hizo junto al embajador gringo y juntos, amedrentaban a los obreros en las fábricas ¿lacayismo? Aquí sabemos que estimuló la destrucción sistemática de bosques ubérrimos, con un decreto que declara de «interés público» la minería de oro a cielo abierto y así entregarle la explotación a un consorcio transnacional, ¿lacayismo?; sabemos que violentó las libertades sindicales, expulsando de los muelles de puerto Limón, a una Junta Directiva legítima, para colocar otra, formada por esquiroles adictos a los inmensos intereses foráneos que se mueven en la concesión de esos muelles a una corporación privada ¿lacayismo?

Y bueno, quizá pueda Usted explicarle a la gente honrada del mundo ¿por qué razón me arrebató arbitrariamente el programa de televisión, llamado «Diagnóstico» que por 17 años conduje desde el canal 13 y el que, por sus invitados, fue reconocido como uno de los mejores programas de opinión del país al concedérsele el Premio Nacional «Joaquín García Monge»? ¿O sería que mi simpleza me impidió apreciar que con ese cierre, Usted había decidido crear la oposición que no tenía?

Usted puede continuar jugando de «valiente», cada vez que ataca a Cuba, mientras cierra la boca ante los millares de presos políticos que el imperio americano ha repartido por el mundo, secuestrados de sus países, aislados y desconocidos, privados de los derechos más elementales, torturados y vejados como parte sustantiva de las vergüenzas de nuestro tiempo.

Solo deseo terminar estas letras, parodiando una frase que leí hace muchos años y que ahora cabe muy bien: «Oscar Arias y la Revolución Cubana; o las enojosas deliberaciones de la paja seca ante el fuego».

Articulo: Alvaro Montero Mejía
Fuente: Juventud rebelde
12 de marzo de 2010

Don Álvaro Montero Mejía



Don Álvaro Montero Mejía es un ciudadano costarricense lleno de talento, inteligencia y sabiduría. Con autoridad y audacia ha participado (y participa) en los avatares de la política nacional evidenciando siempre su altura ideológica socialista, su defensa de los más pobres y la nobleza de su conducta moral.

Nació  el 19 de diciembre de 1940. Estudió en la Universidad de Burdeos (Aquitania)  y en la Universidad de París. Se desempeñó por muchos años como profesor de la Universidad de Costa Rica, donde se distinguió por su verbo elocuente, su brillantez académica y su ideario social. Dirigió por casi dos décadas, con mucho éxito,  el conocido y popular programa “Diagnóstico” que se trasmitía en Canal 13  (estatal)  una vez por semana. Espacio crítico y de análisis que, como sabe la opinión pública, fue cerrado por el expresidente Óscar Arias por motivos políticos, electorales y de control de los medios de comunicación colectiva.

Siempre recuerdo la protesta de don Álvaro frente a Casa  Presidencial defendiendo sus derechos constitucionales a comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito y publicarlos sin previa censura. También defendió con ahínco la libertad de prensa,  la plena vigencia del principio que nadie puede ser inquietado ni perseguido por la manifestación de sus opiniones y la necesidad que tiene una verdadera democracia de garantizar el libre debate de ideas para el mejor entendimiento de un pueblo.  Sus palabras fueron muy claras : “…No me voy a dejar silenciar ni atropellar por  el Gobierno de Óscar Arias  que  cierra mi espacio en TV, porque está de por medio el derecho del pueblo costarricense a expresarse con libertad, a decir lo que piensa y siente…”.

En el “caminar” político electoral, el quehacer de don Álvaro es de lucha, debate, polémica, pelea y de abrirse paso contra el imperialismo, el TLC, los gobernantes con pretensiones de dictadura y los empresarios explotadores. En su batalla por la justicia social  fue miembro fundador de dos partidos políticos, diputado, candidato presidencial, candidato a la Vicepresidencia y líder de las causas  asociadas al bien común, la solidaridad humana, la defensa de los desposeídos y la libertad.

Fecundo escritor que apunta en sus obras los problemas y soluciones de nuestra realidad nacional: “La Globalización contra los Pueblos”, “Crisis Económica y Ajuste Estructural”, “El Violín del Campanario”, La Derrota del Neoliberalismo”, “Óscar Arias, el Verdadero”,  entre otras.  La más reciente “Las Tareas de Nuestro Tiempo” (2014), coautora su distinguida esposa Laura Pérez Echeverría, que estoy leyendo con esmerado interés en el contexto de una mayèutica socrática donde yo soy “el principiante” y don Álvaro “el maestro”.

Gracias Dr. Montero Mejía por su aporte a la política, a la educación, a la economía, al derecho y al pensamiento costarricense. Sin lugar a dudas, es usted uno de los intelectuales y políticos más brillantes de nuestra patria.


Articulo: Dr. Carlos Araya Guillen
Fuente: La Prensa Libre cr
http://www.laprensalibre.cr
31 de agosto del 2015

Perdón judicial no es perdón político ni moral ni ético



El Sr. Rodrigo Arias Sánchez es doblemente culpable. Es culpable, en primer lugar, por haber gastado alegremente, en una clásica maniobra politiquera de favorecimiento personal y tráfico de influencias, varios millones de dólares cuyo único y exclusivo propietario era el Estado costarricense y es, en segundo lugar, culpable por haber utilizado el subterfugio de mantener esos fondos en la caja del donante, el BCIE, a fin de poder cometer alegremente, el ilícito de gastar esos dineros como si fueran propios.

Podríamos agregar, en tercer lugar, que nadie puede gastar dinero en Costa Rica por cuenta del Estado costarricense, salvo el Estado mismo, aunque un juez o una jueza, da lo mismo, ignorante y complaciente, llegue al extremo de exonerar o declarar inocente a un Ministro de Estado porque un organismo internacional alcahueta, le sirviera de tapadera para que gastara el dinero, propiedad del Estado, como si fuera suyo.

De modo que igualmente cómplices son los funcionarios del BCIE que permitieron las maniobras de encubrimiento y llegaron al extremo de pagarles directamente a los beneficiados con las generosas contrataciones de don Rodrigo Arias.

Además, ¿se produjo o no una donación de fondos del BCIE al gobierno de Costa Rica? Claro que sí. En las actas de ese banco debe constar este hecho incontrovertible. De modo que es irrelevante quién lo gastara o cómo se gastara. Por eso declaramos que hemos solicitado copia de esa acta a la gerencia del BCIE, la que con seguridad consignará lo que hemos dicho. Sólo esperamos que los cómplices del señor Arias no la hayan traspapelado en alguna gaveta.

Agregamos, ¿En qué cabeza cabe que los donantes de fondos para el Estado costarricense, puedan ser al mismo tiempo los administradores de esos fondos? ¿No está implícita en la fórmula inventada por Rodrigo Arias y su compadre del BCIE, una nueva modalidad de corrupción y coloniaje en la que Costa Rica le otorga a un organismo internacional, o a un Estado extranjero, la capacidad de decidir en qué se gastan los fondos donados, a quién se le paga, cuánto se le paga y para qué se le paga, sólo para encubrir las decisiones directas y las responsabilidades implícitas de un funcionario local?

¿No sería lo mismo que para encubrir maniobras y acciones similares, la Señora Presidenta, Doña Laura Chinchilla, le encargara al gobierno de China, que les entregara poco a poco, directamente y según sus propias instrucciones, a cada Municipalidad, a cada Ministerio o Institución pública, a cada funcionario contratado o a cada consultor beneficiado, una parte de los fondos que le fueron donados, con el propósito de eludir los mecanismos legales de fiscalización interna, incluidas las acciones de la Contraloría?

Por supuesto que doña Laura no hará eso. Porque una donación al Estado o al Gobierno, no es el relleno de una piñata, empleado para repartir alegremente y sin control ninguno, fondos que no son de ninguna manera, propiedad del funcionario en cuyas manos quedaron. Con toda seguridad, Doña Laura someterá la donación de fondos del gobierno de China, a los rigurosos controles que imponen las leyes.

Ha llegado la hora, después de todas las amargas experiencias vividas, que en Costa Rica los políticos responsables de actos bochornosos, dejen de ampararse en los fallos judiciales, generalmente obtenidos a base de presiones o influencias, para exhibir los sobreseimientos como muestra de no haber cometido ningún delito. Dicho en otras palabras, cuando un político o un funcionario público es llevado a los estrados judiciales a fin de que sea sancionado con una pena en virtud de un acto impropio o de un delito puro y simple, marchan por un lado las responsabilidades judiciales y penales y por el otro, las responsabilidades éticas y políticas.

Se trata de responsabilidades y culpas de distinta naturaleza. La responsabilidad penal se deriva de la comisión de un acto expresamente sancionado por la ley. La responsabilidad política proviene de la obligación, general y particular, que tienen los políticos y los funcionarios públicos de actuar con honradez y apego a los intereses colectivos, de actuar como servidores de los principios de la ética y la moral, aunque esos actos no sean sancionados penalmente.

El error frecuente proviene de confundir un perdón judicial con un perdón político, ético y moral. Un político puede obtener un sobreseimiento definitivo y sin embargo, haber actuado al amparo del poder y cometido innumerables actos inmorales. En realidad, la mayor parte de los delitos políticos no están claramente tipificados en los códigos, aún cuando sean más graves que muchos delitos penales. La mayor parte de los delitos políticos se realizan al amparo de un instrumento social que los ampara o los encubre por completo: el Poder. Este instrumento social permite, directamente o indirectamente, favorecer los hechos más vergonzosos, las violaciones más graves, las acciones más ilegítimas y violatorias contra la ciudadanía, tales como el favorecimiento de grandes intereses, como facilitar negocios, estafas o contrataciones amañadas, como permitir el rápido y oscuro enriquecimiento de amigos, familiares o allegados, cómo facilitar el nombramiento de jueces corruptos, dispuestos a obedecer sin rechistar, las órdenes que provengan de Casa Presidencial etcétera y todo esto, realizado en el mayor sigilo y la más absoluta impunidad.

Por esta razón, los pueblos deben ser extremadamente vigilantes y severos a la hora de decidir a quién o a quiénes se les delega el manejo del aparato del Estado.

Articulo: Alvaro Montero Mejía
Fuente: Crhoy.com
https://www.crhoy.com
26 de agosto del 2012

Apoyarse en el pueblo


En un material que escribimos junto a nuestra compañera Laura Pérez Echeverría y que aún no hemos publicado, comenzábamos diciendo lo siguiente:

 “Una de las mayores carencias de nuestro movimiento social y político, y probablemente el de algunos otros países de América Latina, es la ausencia de un debate permanente sobre la realidad nacional. Es justo recordar que, hace ya muchos años, al comienzo de los años 70, un notable intelectual y pensador costarricense, hoy desaparecido y con quien mantuvimos notables diferencias, Rodolfo Cerdas Cruz, llamaba insistentemente al conocimiento y discusión sobre la realidad nacional. Aún no hemos avanzado lo suficiente en ese terreno. 

La tarea sigue pendiente. Si logramos impulsar la discusión, con profundidad y tolerancia, entre todos los interesados en los cambios sociales de Costa Rica y sobre todo, sobre las vías y los procedimientos para la realización de esa ímproba tarea que constituye la derrota del neoliberalismo y la continuación del proyecto social nacional, con seguridad alcanzaremos éxitos”.

No cabe ninguna duda de que los pueblos, aún pequeños y con un escaso desarrollo, como es el caso de Costa Rica, acumulan reservas éticas y morales que son el resultado de su quehacer y, sobre todo, de sus luchas y sus conquistas sociales.

Siempre se repite que los pueblos tienen una memoria corta, pero no estamos de acuerdo. Hay momentos y circunstancias en que afloran a la superficie las experiencias de lucha, la conciencia acumulada en las batallas cívicas y en esos momentos, los pueblos parecen recordar hasta en sus menores detalles, el empuje y la determinación que puso en esos combates.

Cualquier ciudadano medianamente informado sabe que sóloexiste una manera de producir riqueza y crear bienestar: trabajando mucho y distribuyendo mejor. En Costa Rica, tal como lo han señalado importantes estudios realizados por especialistas o expresado con insistencia en los materiales del “Estado de la Nación”, la producción crece lentamente y la riqueza producida se acumula en muy pocas manos. 

En esas condiciones y en el corto plazo, solo existe un modo de hacerle frente a las crecientes necesidades de la población tales como vivienda, salud y educación, que se han considerado siempre como las urgencias vitales inmediatas de las grandes mayorías sociales. Es posible, si se logra trasladar una parte de la riqueza producida y de las ganancias del capital, a la solución de esas urgencias.

Pero cada pueblo debe resolver estos problemas apoyado en sus características nacionales y sus particularidades históricas. Por eso no constituye en absoluto una apreciación chovinista hacer acopio de las experiencias del proceso de desarrollo nacional de Costa Rica y hacer énfasis en los aspectos positivos que ese desarrollo ha tenido. Cada pueblo, en su corta o larga historia, exhibe sus particularidades, hace aparecer la evolución y las condiciones en que han forjado su identidad, no como una vitrina para exhibirlos sino para aprender, repetidamente, de ellos.

Una incorrecta valoración de las particularidades propias de cada pueblo, imposibilitan a los luchadores sociales y a todos los que se proponen construir una sociedad mejor, para saber cómo y de qué manera proceder.

Porque una nueva sociedad no se decreta, por capaces y respetables que sean sus proponentes o dirigentes sociales. Y ésa es, precisamente, la característica fundamental de una Revolución Social, que pone en tensión toda la potencia constructora de un pueblo, el que en difíciles y prolongadas jornadas, transforma y aprende, aprende y transforma, hasta dotar el proceso social de la madurez y la fuerza necesarias para que esos cambios se preserven y se mejoren.

Por eso los cambios sociales y las revoluciones sociales, no pueden simplemente decretarse. Las leyes o los decretos que definen propósitos transformadores, son una parte, sin duda decisiva, de la movilización y la conciencia de los pueblos que conduce hasta ellos. Un gobierno, por amplias y nobles que sean sus intenciones, no podría decir, por ejemplo:

 “decretamos que ha finalizado el período neoliberal en Costa Rica, y que de ahora en adelante, damos por recuperado el proyecto nacional…”

Es obvio que los procesos sociales no se pueden decretar. Incluso una Revolución Social, está sujeta a los plazos en que maduran y se confirman en la conciencia de los pueblos, sus grandes determinaciones. El neoliberalismo, por ejemplo, no dejará de existir porque lo diga una ley o una Constitución. Porque el neoliberalismo se ha convertido en deformación sistémica, en una suspensión y modificación radical de la evolución económica de muchos de nuestros países.

No significa, de ninguna manera, que en nuestros pueblos prevaleciera una economía al servicio directo de los intereses nacionales y colectivos ni que hubiésemos derrotado los profundos lazos de dependencia y supeditación a las economías y las políticas imperiales. Simplemente, el neoliberalismo ha intentado borrar de un plumazo, todos los rasgos propios de una economía y un Estado nacional independiente.

Desde comienzos de los años 80 hasta la fecha, el neoliberalismo echó profundas raíces en toda la estructura social, económica y política de Costa Rica. De tal suerte que desarraigarlo, requiere de un proceso que involucre, literalmente, todas las fuerzas vivas de la nacionalidad costarricense. Lo que sí es posible hacer es programar , aún con grandes riesgos, es cómo y con cuáles decisiones centrales harán posible la iniciación de ese proceso de recuperación nacional.

Aquí entra en juego un elemento decisivo. Se trata de la unidad política de todas las clases y las fuerzas sociales, interesadas en participar como actoras, en las tareas que implican esa recuperación.
Por “recuperación nacional” entendemos, en primer lugar, la devolución a manos del pueblo costarricense de su irrestricta capacidad para decidir por sí mismo, cómo y de qué manera, es posible construir una democracia avanzada donde el bienestar de las grandes mayorías y nuestra capacidad para tomar las decisiones cardinales, se fortalezcan día a día.

En la historia nacional costarricense, hay un hecho particular que está presente casi desde el momento mismo en que proclamamos nuestra independencia y nos constituimos como un Estado Nacional y Soberano. Se trata de un espíritu abierto a los cambios, sin temor a las transformaciones democráticas y favorable a la ejecución de importantes reformas políticas y sociales.

Junto a esta voluntad reformista y como un hecho singular y aparentemente contradictorio, nos manifestábamos en muchos aspectos como un pueblo conservador, reacio a aceptar con facilidad, fórmulas políticas o cambios que parecieran inspirados por otras realidades.

Pero ocurrió lo inevitable. El sistema capitalista local sufrío de manera directa las consecuencias irrefrenables de la expansión del gran capital metropolitano, principalmente estadounidense, cuyos efectos fueron más y más notorios conforme se desarrollaba la fase imperial del capitalismo desarrollado. Esas consecuencias, con distintas facetas, métodos o instrumentos, las sufrimos hasta el día de hoy.

Conforme la oligarquía fue adquiriendo más y más poder, conforme el poder político y el poder económico establecieron una alianza poderosa, a la que se sumó la fuerza ideológica de los grandes medios de comunicación, ese espíritu conservador se convirtió en un arma de las clases privilegiadas para detener, sobre todo, el espíritu de solidaridad latinoamericana y la búsqueda local por profundizar las reformas ya realizadas.

Esta característica adquirió una mayor relevancia durante el período de la Guerra Fría. El comunismo y el socialismo fueron objeto de la ofensiva ideológica más descomunal de la historia pero es necesario preguntarse ¿por qué se les combatía con tanta saña y encono? Porque en la mayor parte de los países del mundo y principalmente en América Latina, las fuerzas progresistas y de izquierda eran objeto de una persecución implacable?

Esa persecución no era simplemente una confrontación periodística o literaria, sino que en algunos países, como en Guatemala, El Salvador, Argentina o Brasil, por citar sólo cuatro casos, constituía una verdadera actividad de exterminio. 

Tanto los comunistas, los socialistas, los cristianos comprometidos, los dirigentes sociales, intelectuales, campesinos o dirigentes juveniles, eran objeto de una vigilancia constante y luego capturados en una acción policial que generalmente terminaba con la prisión, la desaparición y la muerte. Entonces repetimos la pregunta ¿Por qué ese encono? 

La respuesta es extremadamente simple. Porque la lucha de las fuerzas progresistas podría implicar la derrota política y económica de las clases oligárquicas y de los grandes monopolios principalmente norteamericanos. Estas fuerzas, bajo el amparo de las dictaduras o regímenes de apariencia democrática, habían acumulado casi desde la Independencia, cantidades incalculables de riquezas.

No se trataba tanto de una confrontación ideológica o filosófica. Es que simplemente las fuerzas progresistas atentaban contra los intereses de los grandes monopolios y sus aliados internos. 

Y como resultaba absolutamente lógico, exhibir los errores y las aberraciones del llamado “socialismo real”, muchos de los cuales serán absolutamente reales, era sólo un pretexto de naturaleza propagandística y publicitaria. Aun así, y sin renegar de sus convicciones, Manuel Mora y sus compañeros, continuaron con la tarea de adaptar sus convicciones ideológicas y programas partidarios, a las más urgentes necesidades del país.

Los socialistas que proveníamos del Partido Socialista Costarricense, fundado como movimiento en 1970, trabajamos también intensamente, muchas veces en alianza directa con los compañeros de Vanguardia Popular, en el desarrollo de tareas sociales y políticas. 

También incursionamos en las luchas campesinas y fuimos responsables de una buena parte de la colonización de las reservas de Chambacú, en la zona norte. La culminación de aquellos esfuerzos unitarios, fue la fundación de la coalición electoral Pueblo Unido en 1977, que participó, con relativo éxito, en las elecciones de 1978 y 1982.

Aún en condiciones particularmente adversas, el pueblo costarricense no dejó nunca de escuchar la voz de los luchadores y los conductores sociales, que lo llamaban a defender los intereses de las grandes mayorías. En estos días, cuando el tema de la ética ha retornado con particular fuerza, en gran medida gracias al empeño de los fundadores del PAC, es justo recordar que ese fue un tema recurrente y el empeño constante de los partidos de la izquierda nacional, lo que quedó plasmado, de manera indeleble, en los periódicos partidarios.

Hemos pensado, que esta particularidad ideológica de una gran parte de la población costarricense, incluidos los trabajadores urbanos, los pequeños y medianos agricultores y las clases medias, de combinar un espíritu sumamente progresista por un lado y cierto conservadurismo ideológico por el otro, le dieron un singular aporte y potencia, como contingente electoral, intelectual y político, al Partido Liberación Nacional que representó con gran habilidad, las características ideológicas y los intereses inmediatos de estos sectores sociales cobijados bajo la denominación común de “pequeña burguesía”. 

El Dr. Arnoldo Mora nos explicaba magistralmente, no hace mucho tiempo, que el movimiento armado emprendido por José Figueres en el año 48, no habría tenido éxito si no hubiese atraído a esas clases sociales, es decir, a los campesinos y agricultores, a los pequeños y medianos propietarios y muchos profesionales de la región central del país.

De todos modos, no deseamos ser mal interpretados. A las grandes mayorías de los trabajadores manuales e intelectuales, junto a los campesinos, a no pocos representantes de las clases medias e incluso un sector muy importante del empresariado nacional, sólo puede representarlos legítimamente, una fuerza política realmente transformadora, que con espíritu ecuménico y pluralista, sea la heredera de las grandes corrientes progresistas de la historia nacional y latinoamericana.

Ahora que se inicia un nuevo gobierno, el que ha declarado su determinación de romper definitivamente con las deformaciones y las malas prácticas políticas y éticas instauradas sobre todo en la última etapa del Partido Liberación Nacional, es legítimo preguntarse:

¿Es acaso posible comenzar a resolver con seriedad y en el corto y mediano plazo, la crisis económica y social por la que atraviesa nuestro pequeño país?

¿Es posible retomar el proceso continuo de reformas sociales que, como dijimos, fueron posibles en Costa Rica casi a partir de su Independencia, hasta que se vieron detenidas violentamente con la instauración del proceso neoliberal, iniciado bajo la égida de Ronald Reagan, a partir del gobierno de don Luis Alberto Monge con las salvedades que es necesario señalar?

¿Es posible edificar un sistema social que haga posible terminar con la pobreza, que garantice un creciente bienestar de la población, que avance hacia la conquista de la soberanía alimentaria, junto a una adecuada distribución de la riqueza?

Es posible, contestamos nosotros, aunque no es fácil. Las clases acaudaladas y las grandes corporaciones han acumulado, a expensas del pueblo de Costa Rica, sumas enormes de beneficios monetarios y políticos, merced a mecanismos locales y externos, sólidamente instaurados en los procesos productivos y mercantiles.

Estos sectores lograron imponer la infausta tesis de que entre más riqueza acaparen los ricos, mayor será su capacidad de inversión y por ende, a mayor inversión más empleo y más riqueza. En síntesis: una sociedad sólo puede ser rica si los ricos son cada vez más ricos; el resto viene por añadidura. 

Fue el economista inglés Keynes, durante la crisis del 29 si mal no recordamos, el que demolió esta tesis y propuso en cambio, que los ricos pagarán más impuestos y que al mismo tiempo, el Estado gastara más, creara miles de empleos y así despertara al propio capitalismo del letargo de la crisis.

Y aunque muchos no lo crean, todavía a estas alturas de la historia, en estas primeras dos décadas del siglo XXI, los grupos y las fuerzas políticas de extrema derecha en los Estados Unidos, y también en Costa Rica, mantienen en pie su empeño por evitar que les aumenten los impuestos a las grandes fortunas.

En verdad no hay mucho donde inventar. Si el gobierno desea comenzar a resolver los agudos problemas del déficit e incluso de la deuda, sólo tiene un camino de tres vías.

1-           La primera de ellas es llegar a un acuerdo consistente con las clases acaudaladas y con el sector financiero en primerísimo lugar, que le permita recuperar recursos monetarios crecientes provenientes del pequeño grupo de la población que se deja un enorme porcentaje del PIB y que de inmediato, proceda a examinar y enmendar, los gigantescos privilegios de las corporaciones transnacionales. 

No se trata de espantar las inversiones ni desestimular las que ya existen, sobre todo si generan empleos y representan intereses nacionales. Se trata de evitar que esa brecha de desigualdad creciente se profundice, como ocurre ahora y se comience a revertir ese proceso. Pero el resultado material no puede ser otro que incrementar significativamente la capacidad y el volumen de la recaudación fiscal.

2-           La segunda vía, posee una denominación reconocida pero que se ha quedado en las palabras; se llama soberanía alimentaria. Esta soberanía, que es un ingrediente esencial de la soberanía política, parte del reconocimiento de que los agricultores pequeños, medianos y muchos de los grandes, más que una clase social, son la fuerza económica y social constitutiva de la nacionalidad costarricense. Este esfuerzo por recuperar a los agricultores como una de las fuerzas motrices del desarrollo nacional, requiere la movilización integral de la institucionalidad política, financiera y de servicios, cuya meta no puede ser otra que dar un salto en la producción alimentaria, en los beneficios económicos de los agricultores y en el grado real de su participación en las grandes decisiones políticas del país.

3-           La tercera vía, como manifestación del poder del Estado, consiste en impulsar grandes proyectos productivos y de servicios nacionales, cuyos mejores antecedentes, pero que deben ser retomados y actualizados, son el Sistema Ferroviario, hoy prácticamente desmantelado; el Consejo Nacional de Producción, CNP, en proceso de liquidación y destrucción sistemática; el Sistema de Servicios Aeroportuarios, inicuamente entregado a intereses foráneos; el Instituto Costarricense de Electricidad, ICE; Acueductos y Alcantarillados, AyA; RECOPE y el propio Sistema Municipal, que puede ser considerado como una gran empresa nacional productiva y de servicios, en manos de las comunidades de toda la nación.

Las nuevas empresas, con énfasis en construcción, pesca y explotación marina e industrialización de productos locales, tendrían sobrada capacidad para aprovechar abundantes recursos, marítimos y terrestres. Para que no se diga que proponemos aumentar desmedidamente el tamaño del Estado, estas nuevas empresas podrían, sin dificultad alguna, involucrar en condición de socios a pequeños, medianos o grandes empresarios nacionales, junto a las organizaciones sociales y cooperativas. 

Al mismo tiempo, debe examinarse con lupa ese collar de acero que nos tiene puesto, como una carlanca, el llamado Libre Comercio y cuyo saldo espantoso es un insoportable déficit comercial. La tesis de la promoción de las exportaciones llevada hasta sus últimos extremos, ha sido en muchas ocasiones una maquinaria de trituración del empresariado nacional y sobre todo, del que produce para el mercado interno.

Debemos tener en cuenta que esta crisis que padecemos, producto del desmantelamiento institucional, es una herencia económica y política de los gobiernos anteriores. 

Pero es decenas de veces más dañina que las pillerías de algunos malvivientes que se han enriquecido con la corrupción y el manejo inescrupuloso del aparato del Estado. 

De modo que hablamos de ÉTICA. Y lo expresamos así, porque algunas veces se piensa que el intercambio desigual, algunos TLC y la falta de rigor en el reparto de la riqueza social, no tienen nada que ver con la ética y la moral. 

Existen, naturalmente, la ética y la moral personales, pero están también la ética social y política, como principios que defienden los valores nacionales, los deberes de los gobernantes y los derechos de los pueblos, frente a la irrefrenable codicia del capitalismo desbocado de nuestro tiempo.

Pero no debemos olvidar que iniciamos esta reflexión cuando decidimos hablar de la conciencia de los pueblos. Por eso debemos echar la mirada para ver lo que ocurrió a mediados del siglo pasado.

Durante los años 1940 hasta bien entrados los años 60, se produjeron en nuestro pequeño país, las conquistas sociales más importantes de su historia. 

Fue en este período, cuando pasamos de ser un “Estado de Derecho”, tal como había sido edificado por los viejos liberales durante el siglo XIX, a un “Estado Social de Derecho” gracias al capítulo Constitucional de las Garantías Sociales y el Código de Trabajo principalmente y luego a un “Estado Social de Derecho y de Servicio Público”. 

Fue la obra de nuestros grandes reformadores: Rafael Ángel Calderón Guardia, Monseñor Víctor Sanabria Martínez, Manuel Mora Valverde y José Figueres Ferrer.

Éstas conquistas que todos reconocemos y admiramos, conservan íntegro su valor social transformador y humanista. Aunque hubo sangre e innumerables sacrificios de por medio, aquellos constructores y dirigentes visionarios, nos ahorraron por muchísimos años, dolores y enfrentamientos aún mayores. 

El pueblo costarricense comprendió que todos los actores involucrados, los mencionados y otros eminentes ciudadanos como el padre Volio, Rodrigo Facio, Carlos Luis Fallas o Carmen Lira, Luisa González, Alberto Martén, Luis Barahona, Luis Demetrio Tinoco, Arnoldo Ferreto, Jaime Cerdas, Montero Vega, Isaías Marchena y muchos otros, fueron parte de una generación de auténticos revolucionarios al estilo costarricense.

Allí estuvieron presentes los portaestandartes, hombres y mujeres, del pensamiento social de la Iglesia Católica, de la Socialdemocracia, del Comunismo y el socialismo a la tica, junto a miles de productores, agricultores, trabajadores e intelectuales de distintas corrientes ¿Alguien puede suponer que seríamos el país democrático y civilista de que tanto presumimos si estas reformas no se hubieran realizado?

Hago un paréntesis necesario. Don Manuel Mora Valverde, entrañable amigo y compañero, me contaba que, en determinado momento, el gobierno del Dr. Calderón Guardia estaba a punto de caerse. Entonces él se acercó y le dijo:

 “Dr. Calderón, Usted debe salvar su gobierno y llevar adelante todo lo que prometió durante su campaña. Ahora Usted se encuentra aislado y la misma oligarquía que lo apoyó para que fuera elegido Presidente, le da la espalda y quiere botarlo, porque le teme a sus propuestas de reforma social. Pero Ud puede, estimado Doctor, salvar y fortalecer su gobierno. 

Pero sólo hay un camino: “¡Apóyese en el pueblo Dr.; si el pueblo se convence de que Usted está dispuesto a servirle, le dará todo su apoyo y no habrá fuerza capaz de impedirle gobernar!”

Ahora debemos hablar de lo ocurrido hace apenas unos pocos años. Casi inmediatamente después de terminado el gobierno de don Rodrigo Carazo, fuerzas económicas muy poderosas, de adentro y afuera, comenzaron a buscar la manera de apoderarse de algunas de las grandes obras realizadas por el pueblo de Costa Rica. 

Le pusieron la puntería al ICE y se trajeron a Millicon, una gran corporación que pretendía arrebatarnos el negocio de la telefonía. Fracasaron. Luego se propusieron convertir algunas de nuestras instituciones en sociedades anónimas. También fracasaron. Luego vino el famoso combo del ICE y sufrieron una nueva derrota. 

Una y otra vez, el pueblo salió la calle y derrotó todos esos proyectos entreguistas. Al final, vino el asunto del TLC y el pueblo costarricense dio muestras de su coraje y determinación. No fue vencido. Al TLC lo impusieron con fraudes y malas artes, pero pocas luchas nos dejaron mayores enseñanzas.

Y ahora, finalmente podemos caer en nuestros días. Contrario a lo que le sucedió a Calderón Guardia que llegó en hombros de la oligarquía, don Luis Guillermo Solís fue electo Presidente en un gesto de abrumadora voluntad, confianza y esperanza por parte del pueblo costarricense, que no había olvidado esas conquistas y luchas de que hablamos, pero que están a punto de perderse ¿Quiénes deben salir a defenderlas? ¿Qué más conciencia y apoyo de parte de nuestro pueblo necesita el Presidente para emprender los cambios necesarios?

El pueblo sólo espera ser convocado y llamado con urgencia a recuperar esas mismas reformas sociales que son los pilares, hoy tambaleantes, sobre las que se levantó el Estado Social de Derecho y de Servicio Público. Sin ellas, Costa Rica sólo sería una caricatura de democracia y sólo tendría, una caricatura de gobierno.

Articulo: Alvaro Montero Mejía/Laura Pérez Echavarría
Fuente: Surcos
https://surcosdigital.com
10 de septiembre del 2014

La ciencia y la técnica en las llamadas Ciencias Sociales



Como todas las ciencias sociales, la economía política, es decir, la economía vinculada al examen riguroso de los hechos relacionados con la producción y reproducción de bienes materiales como producto del trabajo humano, en el desarrollo de las sociedades humanas, no puede ser otra cosa que una ciencia crítica.

Dedico este artículo al amigo y compañero de luchas Dr. Arnoldo Mora Rodríguez, intelectual eminente e inspirador de los aspectos básicos de estas reflexiones, sobre los que ha insistido, a veces con singular vehemencia. Los aciertos son suyos; las torpezas mías.

La economía no es una ciencia narrativa, una simple secuencia de imágenes o de hechos aislados, sino una reflexión sistemática sobre los medios y los instrumentos desplegados históricamente, para agregarle a la naturaleza las construcciones materiales que la sociedad humana puede mostrar hasta el día de hoy es la madre nutricia de sus especulaciones y que aún las utopías deben ser construidas a partir de esa realidad.

Tal como expresaba el viejo maestro argentino José Ingenieros, nadie puede construir una filosofía a partir de la nada, o sea, con prescindencia de la realidad o al menos, de las especulaciones y conclusiones científicas precedentes. Si se aceptan o se rechazan esas conclusiones, sólo es posible en virtud de una reflexión crítica, porque la ciencia no puede ser repetición servil sino superación dialéctica.

Los clásicos de la economía, desde David Ricardo hasta Carlos Marx, vieron la economía como una disciplina al servicio de la comprensión de los hechos sociales dentro de un contexto histórico determinado. La severidad de sus conclusiones, elaboradas en medio de un proceso expansivo del capitalismo y el colonialismo, irritaron profundamente a las clases sociales cuya visión del mundo se exponía –recordemos que en esa época no existían los imperios mediáticos- a través del poder político y militar y en los centros académicos.

Como era normal que ocurriera, con el desarrollo del capitalismo en sus diferentes etapas, muchos grandes teóricos de la economía cayeron en la tentación de convertirse en apologistas, en propagandistas al servicio del sistema y se olvidaron por completo de la ciencia.

En la mayor parte de nuestras universidades, quizás con la venturosa excepción de la Universidad Nacional y algunos aislados académicos de otras escuelas, batallones de jóvenes profesionales en ciencias económicas han sido entrenados con el único propósito de que administren los hechos sociales y políticos tales como se les presentan, sin buscar las causas de los fenómenos que, como las crisis actuales, nos golpean en las narices.

Miles de jóvenes economistas sólo sirven para observar la realidad sin criticarla y peor aún, para respaldar, sin el menor cuestionamiento, el proyecto económico mundial construido al servicio de las grandes corporaciones.

Esto crea una enorme distancia entre la economía política como ciencia social y la economía pura y simple, usada como una herramienta, como un instrumento al servicio de las fuerzas que pagan el trabajo profesional de algunos especialistas.

Como ex docente en la Universidad de Costa Rica, no tengo nada contra el hecho de ver a miles de jóvenes graduados bien empleados y bien pagados. Así debe ser y hasta el fin de los siglos, habrá que aceptar en las ciencias sociales dos tareas bien distintas: la de aquellos que desarrollan y ejecutan funciones prácticas o técnicas y la de aquellos que manejan el instrumental teórico, para examinar las verdaderas causas que provocan los hechos examinados.

El primero es un trabajo que podríamos denominar “aséptico” y el segundo, le corresponde por entero a los académicos, a los investigadores y naturalmente, a los políticos. Pero es terrible que se les imponga a esos jóvenes intelectuales, la obligación de pensar como sus empleadores, aunque sea lógico distinguir entre las labores ordinarias y las reflexiones científicas.

En Costa Rica, desde el inicio del período neoliberal a comienzos de los ochentas, muchos economistas, algunos verdaderamente notables por su inteligencia, su cultura y sus conocimientos, se convirtieron en apologistas y divulgadores de las nuevas corrientes y se pusieron sin reparos, al servicio de ese proyecto antinacional.

Esa posición continúa viento en popa. Un día sí y otro también, profesores y académicos de ciencias sociales, asumen la tarea de justificar lo injustificable y lo peor, asisten a las aulas universitarias a transmitirles a los jóvenes, como si fuera ciencia, un método de aprendizaje que aplana la conciencia y que facilita la asimilación de las juventudes de toda esa basura que propalan los politiqueros de moda.

Olvidan que la esencia del aprendizaje universitario es aprender a pensar críticamente. A partir de ese punto, cada quien es libre de hacer lo que juzgue conveniente.

Puede parecer terrible, pero no enseñarle a los jóvenes en las aulas universitarias esa dicotomía entre la ciencia y la técnica y hacerles creer que la técnica es ciencia, induce a cientos de graduados a convertirse en simples mercenarios, es decir, en personas que acomodan sus conocimientos, recogidos en largas jornadas de trabajo y sacrificio en las aulas, en un haber que sirve únicamente para ser vendido al mejor postor.

Economistas, cientistas políticos, abogados periodistas o historiadores, por mencionar sólo unas pocas ciencias sociales, están dispuestos a callar, a ocultar las verdades que descubren en virtud de su propio trabajo profesional, intelectual y deductivo. Y cuando uno se dispone a realizar un verdadero trabajo analítico, honrado y crítico, como el que realizábamos en nuestro programa “Diagnóstico” en Canal 13, aparece un politiquero inescrupuloso que decide ponerle punto final.

Éste es otro de los precios que la sociedad costarricense les impone a los hombres y las mujeres dispuestas a pensar por su propia cuenta.

Articulo: Alvaro Montero Mejía
Funte: Sur y Sur
http://www.surysur.net
19 de octubre del 2012